Hace unos meses iba en el metro de la Ciudad de México, muy contento, después de haber comido unas enchiladas de mole bien buenas, cuando de pronto sentí un pequeño movimiento en la bolsa de mis shorts (¡sí!, shorts en diciembre). En ese mismo instante me lleve la mano a la bolsa, y en efecto, ya no tenía mi celular y no lo tendría nunca más, me lo chingaron…
Independientemente del costo del aparato; ¡qué tragedia!, con todo lo que hoy en día uno hace desde él celular y guarda en él (pedir pizzas, hablar con familia/amigas y amigos, tomar fotos/videos, recibir mensajes con fotos/videos, acceder a las redes sociales, guardar documentos, comprar en linea, acceder a algún “cloud storage service”, acceder a banca en linea, los contactos, etc.),… seguir leyendo